
Analizando un poco más cómo funciona esta lengua electrónica, sus creadores explican que analiza la cantidad de azúcar, el nivel de acidez y el pH de las uvas del jugo obtenido de los racimos.
Claro, la duda ya está sobre la mesa. ¿Puede un cilindro de acero electrónico dar un vino tan bueno como el que sale de un proceso “humano”? Aseguran que sí…
La idea no es nueva ya que el concepto de lengua electrónica se desarrolló hace años para analizar líquidos, pero ha sido ahora, y tras un intenso trabajo de campo realizado en verano de 2012, cuando se ha llegado a un producto final.
La prueba se realizó con ocho tipo de uvas: Caberten Sauvignon, Shyrah, Chardonnay, Pinot Noir, Merlot, Macabeo y Boba.
Habrá que esperar la evolución de la lengua electrónica y ver si se convierte en un aliado en la producción del vino y, sobretodo, si el consumidor no nota un proceso electrónica en su elaboración.