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¿Corcho o silicona?

Los tapones de las botellas son esenciales para conservar el vino y para que llegue en las condiciones adecuadas al consumidor local. En esta entrada, no creemos que vayamos a descubrir nada novedoso para los amantes del vino, pero es muy posible que sea interesante para un aficionado que está descubriendo el mundo del vino.

Es un tópico, pero no por ello menos verdad. El vino se comporta como un ser vivo, en el sentido que si no se cuida, dada su evolución natural puede estropearse y a la hora de saborearlo, no encontremos lo que buscamos.En este proceso, el tapón que cierra la botella es esencial. El vino necesita ir ‘respirando’, ya qu

e de esta forma la oxigenación se produce poco a poco y se consigue que el vino evolucione.

Como todo ser vivo, termina muriendo por exceso de oxigenación (realmente una oxidación). La pregunta es, ¿Cómo vamos a conseguir que respire y al mismo tiempo no matar ese vino?

La respuesta es muy simple, a través del tapón.

Tradicionalmente el tapón estaba fabricado con corcho natural, tanto es así que vulgarmente lo llamamos ‘corcho’. Inicialmente los tapones eran de piezas de corcho. Luego llegaron los aglomerados, y en épocas recientes se ha sustituido por siliconas.

El corcho, ya sea natural o aglomerado, es un material poroso, por el que el aire exterior puede entrar en la botella. Evidentemente la cantidad de aire que puede entrar es muy poca, y así ha de ser. Con los tapones de silicona, dada la nula porosidad, no entra nada de aire.Inicialmente los tapones de silicona eran totalmente estancos, aunque ahora mismo se están produciendo con diversos métodos para permitir la adición de oxígeno al vino, mediante diversos métodos. Su uso no es aún frecuente, por dos causas principales:
· El precio, un tapón de este tipo puede costar más de 1€.
· Debido a lo anterior, los únicos que se podrían permitir esto son vinos de muy buena calidad, pero su calidad no está lo suficientemente probada.

Otra característica importante es el comportamiento del material con los años. Mientras el corcho esté mojado, se expande sellando la botella más fuerte y dosificando la entrada de aire de la atmósfera casi al mínimo, aportando al vino el oxígeno que se encuentra almacenado en el interior del corcho, de forma natural. La silicona a los 3 años comienza a reducir su volumen, con lo que pierde capacidad de sellado.

Los vinos blancos y rosados se caracterizan tradicionalmente por ser vinos que jóvenes, afrutados, donde destacan los aromas cítricos. Se llaman jóvenes porque no hay envejecimiento y se deben consumir en el año de ser producidos. ¿Significa que si tienen dos años ya no están bien?, pues sí y no. Están bien (más o menos), pero desde luego no es lo más óptimo, ya que los aromas frutales son más volátiles, y son los primeros que desaparecen del vino.

Por tanto, el tapón que hay que poner a una de estas botellas no va a influir prácticamente nada en la evolución del vino. Siendo así, hay que elegir el más económico. El coste medio de un tapón de corcho natural puede rondar 0,30€, uno de aglomerado 0,10€, mientras que uno de silicona, puede rondar 0,03€. Este es el motivo por el que actualmente los vinos jóvenes están siendo embotellados con tapones de silicona en lugar de corcho.

Si vamos a los vinos tintos, en el caso de los jóvenes, se puede aplicar la misma lógica, pero cuando vamos buscando un vino de calidad superior, un crianza, un reserva o un gran reserva, como estos vinos han de permanecer varios años en botella, necesitan que su tapón no pierda sus cualidades con los años. Por ese motivo, en estos vinos vamos a encontrar siempre corcho. La botella tumbada o con la boca hacia abajo, para que el corcho siempre esté mojado y cerrando correctamente la botella. También se puede conservar boca abajo, pero en este caso, si el vino no ha sido clarificado, cuando saquemos el tapón habrá que tener cuidado, puesto que éste tendrá “pegados” sedimentos.

¡Ojo!, estos restos no son malos, no significan que el vino esté mal ni mucho menos, puesto que cuando se filtra el vino se quitan otros compuestos que le proporcionan aromas y color, pero sí que manchan bastante.