Un buen cava brut, a la temperatura adecuada, es un aperitivo ideal que estimula ligeramente el apetito y armoniza con casi cualquier preparación culinaria. Aunque en los maridajes siempre hay que actuar con cierto grado de libertad, aperitivos y cava es un maridaje que funciona.

Los fundamentos para considerar al cava como una bebida de aperitivo se remontan a la evolución que se llevó a cabo a principios de la década de los ochenta en las técnicas de producción. Gracias a fermentaciones realizadas a temperaturas controladas se lograron vinos más afrutados y más ligeros que ampliaron las posibilidades gastronómicas del cava.
Los elaboradores dejaron un poco aparte la producción de cavas secos, con índices de azúcar elevados que acompañaban los postres y se centraron en los cavas bruts. Estos cavas modernos, estructurados, alegres, frescos y fáciles de beber que combinan perfectamente con una comida.
También ha habido una evolución en el tipo de copa. Las copas tipo flauta son las que han triunfado, porque permiten ver los rosarios que forman las burbujas y limitan su evasión. Recordamos que el cava se sirve entre 5 y 7 grados.
El efecto carbónico del cava armoniza con los 4 sabores básicos : salado, dulce, ácido y amargo. Sin embargo, un criterio de maridaje a tener en cuenta es la cantidad de azúcar que determina la idoneidad de cada cava para acompañar un aperitivo, comida o postre. Para acompañar aperitivos variados lo más recomendable son los Brut.

Pero posiblemente, sea su frescor, su aroma delicado y su discreto cosquilleo sobre el paladar lo que convierte al cava en un vino ideal para acompañar aperitivos y platos muy diversos.