El jamón ibérico es una de las joyas de la gastronomía española por ello es uno de los alimentos españoles que más se conoce fuera de nuestras fronteras.

El jamón nació de la necesidad de conservar los alimentos, es decir los cerdos se mataban en otoño-invierno y tenían que servir para el consumo de todo el año, al no existir otro modo de conservación como existen en la actualidad, por ejemplo con el frío, se dieron cuenta de que si salaban los productos se conservaban durante mucho tiempo, de este modo podían alimentarse durante todo el año.
La elaboración del jamón es un proceso largo de dura hasta 24 meses. En primer lugar lo que se hace cuando ya tenemos la pieza es el desangrado para que no le quede nada, una vez que ha concluido este proceso se procede a salar las piezas donde están unos días dependiendo del peso que tengan. Con posterioridad se le elimina la sal que tiene en exceso y se procede a enviarlos a cámaras de reposo o post salado donde estarán de cerca de 2 meses, con las condiciones propias del invierno, temperaturas bajas y mucha humedad, de este modo la sal se reparte homogéneamente por toda la pieza.
Cuando termina esta fase lo que se hace es trasladar el jamón al secadero donde poco a poco irá cogiendo ese sabor tan característico que tiene. Este proceso finaliza unos meses después momento en el que se envía a la bodega, donde se mantendrá durante meses hasta que se determine que el jamón está en perfectas condiciones para el consumo.